Me desperté con el hombre al cual quiero. Cubiertos de mantas y un halo de alcohol. Dios sabe cuanto quiero a ese hombre.
Nos fuimos antes que todos los demás, para besarnos apasionadamente antes del adiós. A la vista del público nuestras manos comenzaron a rasgar la piel del otro. Habíamos hablado acerca de la noche anterior, y mujeres, él siempre habla de mujeres.
Recordaba más de lo que hubiese querido, con esa vergüenza nos fuimos cada uno a su casa. Yo no quería volver, allí nunca hay nadie con quien hablar, la soledad y la desesperanza son comunes en días así, había sido muy feliz como para sentir tanto y más dolor.
Dios mío, cuanto quiero a ese hombre.